Adolfo Domínguez

Gráfica para cajas de regalo. Puig. 2020

Las cajas de regalo en perfumería son un instrumento de venta muy frecuente. Junto al perfume incluyen algún otro producto complementario, un aftershave, por ejemplo, o una loción corporal o un desodorante con el mismo aroma. Es una manera de estimular la compra con un doble aliciente: el precio, siempre mejor que comprar los dos productos por separado, y el regalo. Esta condición de regalo es la que prevalece para el diseño e impone un conjunto de cualidades en su apariencia y en cómo debe ser percibido. Debe ser sugerente, atractivo, cuidado, elegante… Como se espera que sea un regalo, que tiene la intención, además, de que la caja pueda ser guardada y reutilizada. La presencia de la imagen de una flor transmite delicadeza y alude al perfume contenido. Los trazos dorados que acompañan a las imágenes en blanco y negro y la austeridad de la composición le aportan un toque de distinción al que se suma la presencia discreta de la marca, que le aleja de toda intención publicitaria (el diseño fue hecho en estrecha colaboración con el equipo de marketing del cliente). El guiño de humildad que implica su pequeño tamaño es un signo de confianza en su prestigio, algo que se repite, de otra manera, con la faja de cierre, que se supone que se tirará una vez abierta, en la que la marca aparece en grande pero incompleta, subordinándose a la discreta elegancia que exige todo buen regalo.

Adolfo Domínguez

Gráfica para cajas de regalo. Puig. 2020

Las cajas de regalo en perfumería son un instrumento de venta muy frecuente. Junto al perfume incluyen algún otro producto complementario, un aftershave, por ejemplo, o una loción corporal o un desodorante con el mismo aroma. Es una manera de estimular la compra con un doble aliciente: el precio, siempre mejor que comprar los dos productos por separado, y el regalo. Esta condición de regalo es la que prevalece para el diseño e impone un conjunto de cualidades en su apariencia y en cómo debe ser percibido. Debe ser sugerente, atractivo, cuidado, elegante… Como se espera que sea un regalo, que tiene la intención, además, de que la caja pueda ser guardada y reutilizada. La presencia de la imagen de una flor transmite delicadeza y alude al perfume contenido. Los trazos dorados que acompañan a las imágenes en blanco y negro y la austeridad de la composición le aportan un toque de distinción al que se suma la presencia discreta de la marca, que le aleja de toda intención publicitaria (el diseño fue hecho en estrecha colaboración con el equipo de marketing del cliente). El guiño de humildad que implica su pequeño tamaño es un signo de confianza en su prestigio, algo que se repite, de otra manera, con la faja de cierre, que se supone que se tirará una vez abierta, en la que la marca aparece en grande pero incompleta, subordinándose a la discreta elegancia que exige todo buen regalo.